Una película de Jaco Van Dormael
En el año 2025 el New Horizons Film Festival abrió con The Brand New Testament (Le tout nouveau testament), una comedia caprichosa del director belga Jaco Van Dormael. Una sátira religiosa que imagina al todopoderoso como un vejete egoísta, amargado y alcohólico (interpretado por el gestual Benoît Poelvoorde) escondido en pequeño y oscuro departamento en Bruselas, y que su mayor (o único) deleite es gozar perversamente de la infelicidad de sus súbditos. Su vida rutinaria se sale de control cuando su hija (Pili Groyne) decide revelar sus secretos y pelear con su propia banda de apóstoles. Si bien el filme, un poco al estilo Amélie, causó algo de irritación en algunos, la ligereza y humor de la película produjo aplausos en la audiencia, y recordemos que estamos hablando de un público polaco, país donde más del 90 por ciento de la población se identifica como católica (la proporción más alta del mundo).
Así, Dios vive en bata y siempre desaliñado, cuyos habituales gritos, erupciones de violencia y descarado desprecio por todos se manifiestan cotidianamente. Por razones no reveladas, Dios vive en Bruselas con su tímida y callada esposa y su hija Ea, quien comienza a seguir los pasos rebeldes de su hermano, JC (David Murgía). Un día, cansada de la inhumanidad de su Padre, decide entrar en la habitación privada donde su padre guarda sus secretos. Usando la computadora con la que controla el mundo, Ea decide revelar a cada ser humano, la fecha de su muerte a través de un mensaje de texto. Si uno puede aceptar el mundo ordinario establecido hasta ahora, los efectos de la acción de Ea marcan el comienzo de la espiral descendente de la película hacia lo irritante y lo incoherente.
Pero a pesar de la buena recepción, también hubo algunos detractores que la calificaron como una comedia religiosa empalagosa que no terminó de cumplir con su promesa inicial. Manuela Lazy, crítica de cine comentó lo siguiente:
La intención de Ea al enviar estos fatídicos textos solo queda clara cuando su hermano JC lo declara él mismo y sus predicciones se confirman. Conociendo el momento exacto de su muerte, las personas pierden la fe en Dios y deciden actuar según sus deseos. Sin embargo, uno podría imaginar otra versión del guión donde, sabiendo cuán poco tiempo tienen antes del Día del Juicio, las personas se volverían extremadamente devotas y así empoderarían a este Dios, por más severo que haya sido. Naturalmente, no tiene sentido criticar una película basándose en lo que no presentó en lugar de lo que sucedió, pero la cadena de eventos desencadenada por Ea nunca convence del todo y, por lo tanto, avanza sobre cimientos inestables.
The Brand New Testament se basa en un tono híbrido típicamente belga, donde la desolación y la violencia se contrastan con el sentimentalismo almibarado. Este último domina progresivamente la película, con resultados mixtos; ya que Ea va en busca de los seis mortales que ha elegido para agregar a los 12 apóstoles existentes. Estos personajes provienen de ámbitos y estilos de vida drásticamente diferentes y cada historia de redescubrimiento frente a la muerte se presenta como un nuevo evangelio. Sus significados, sin embargo, no son tan distintos como los propios protagonistas. La intersección progresiva de sus historias podría haber sido constructiva y poderosa si Van Dormael no hubiera optado por promover un romanticismo defendible pero simplificador y confuso. Sus buenas intenciones limitan su alcance al Poder del Amor en lugar de ampliarlo a todo el espectro de la experiencia humana.
El epílogo socava aún más la capacidad de persuasión y la credibilidad del buen corazón del director. De repente, toques de feminismo utópico y fantástico, ambientalismo (más precisamente, romance entre especies tolerado) y castigos drásticos legítimos aparecen como florituras de último minuto en lugar de preocupaciones centrales. La humanidad tendrá que esperar si quiere otro Testamento más creíble.
Y la controversia continúa, pues mientras que las famosas plataformas de cine (como IMDB) la califican con cuatro y cinco estrellas, críticos como Rogert Ebert le da solo un par, que justifica diciendo que su disgusto por la película no tiene nada que ver con su premisa casi sacrílega. Para el crítico las parodias del Buen Libro le parecen muy bien: "solo necesitan ser realmente divertidas", pero Van Dormael, dice Ebert, quedó muy lejos de Monty Python o Mel Brooks.
Y pues sea de cinco estrellas o sólo dos, lo cierto es que la película merece ser vista, aunque sea sólo como un entreteinment para un domingo lluvioso.
Entonces... ¿qué te pareció?
Comenta, sugiere, disiente... nos gustará mucho escuchar tu opinión.
Contacto