La exposición Tiempo Suspendido de Bill Viola se presenta en Ex Teresa Arte Actual con piezas que no habíamos visto en México. Permanecerá desde el 28 de abril hasta el 28 de agosto, en un horario de 11am a 5pm, de martes a domingo.
Hicimos una recopilación de algunas piezas que incluye esta exhibición y compartimos un texto, traducido al español, que recuperamos de una interesante publicación de la Royal Academy, que sabemos van a disfrutar.
Una guía para principiantes de Bill Viola
por Alice Primrose
Mortalidad, resurrección, renacimiento, trascendencia, infinito y abismo: son de los temas recurrentes en la obra de Bill Viola.
Nacido en Nueva York en 1951, Viola dice que su educación no fue particularmente religiosa, pero pasó cuatro décadas sumergiéndose en las tradiciones espirituales. Mientras tenía poco más de veinte años y trabajaba en uno de los primeros estudios de videoarte de Europa en Florencia, visitaba con frecuencia las catedrales de la ciudad. Más tarde pasó 18 meses estudiando con un maestro budista zen en Japón, además de viajar por Asia y el Pacífico, incluidas las Islas Salomón, Java, Bali, Ladakh y Fiji.
Cuando su obra Martyrs (Earth, Air, Fire, Water) se inauguró en la Catedral de San Pablo en 2014 (la primera obra de imágenes en movimiento instalada de forma permanente en una iglesia británica), el reverendo canónigo Mark Oakley dijo que "el rumor de Dios es muy ruidoso en [su] trabajo". Pero Viola deja este "Dios" sin definir por la religión ortodoxa. En cambio, como dijo el Reverendo: "nos ofrece un camino compartido hacia los misterios".
Ha sido llamado el "Rembrandt de la era del video" y un "Caravaggio de alta tecnología". Al igual que los Viejos Maestros, Viola está interesado en cómo la estética de su arte puede crear experiencias emocionales profundas.
En una de sus obras más conocidas, El sueño de la razón (1988), el espectador entra a una habitación iluminada en la que se encuentra una mesa con objetos comunes, incluido un pequeño monitor que muestra a un hombre durmiendo. De repente, toda la habitación se sumerge en la oscuridad y comienzan proyecciones erráticas de pesadillas en las paredes: llamas de fuego, perros feroces, bosques oscuros. En palabras del artista: "Es como si apareciera un atisbo momentáneo de otro mundo paralelo, el reverso oscuro de un entorno familiar y bien iluminado".
Pionero de su medio, Viola ha pasado 40 años desarrollando formas de hacer trabajos de video de escala abrumadora, habilidad técnica e intimidad afectiva. Sus primeros estudios en la escuela de arte de la Universidad de Syracuse en 1969, fueron en arte comercial y música experimental, pero pronto se sintió atraído por las primeras cámaras de video portátiles que estaban llegando al mercado estadounidense. Desde entonces, su carrera ha crecido tan rápido como han evolucionado las herramientas de video. Representó a los Estados Unidos en la Bienal de Venecia en 1995, y sus obras han sido reconocidas por ofrecer al público "una especie de puente" hacia el videoarte de vanguardia. Como dijo la crítica de arte del Observer, Laura Cumming: "Viola ha estado utilizando la tecnología más nueva para despertar las emociones más antiguas".
"La gente dice 'oh, es un video', 'oh, es una pantalla de plasma', pero yo trabajo con luz… con luz pura", dice Viola. Ello se comprueba cuando contemplamos la reluciente cascada de agua en una proyección de seis metros de altura como en la pieza Tristan's Ascension. Sus instalaciones están inspiradas en los extravagantes interiores de las catedrales prerrenacentistas de Florencia, donde experimentó por primera vez la obra de arte como una "experiencia sensorial, visceral... física, espacial y totalmente absorbente".
"Las imágenes en movimiento toman tiempo, eso es lo que espero poder darle al espectador; tiempo para la reflexión y, lo que es más importante, para la autorreflexión", dijo a la revista Wallpaper. El interés del artista en la espiritualidad es realmente un interés en cómo nos entendemos a nosotros mismos, y ha hecho del video una herramienta útil en esa búsqueda.
Él artista admite de su yo más joven: "Como artista, siempre estaba mirando hacia el futuro. ¡Me importaban una mierda esos tipos!" Pero después de la muerte de su madre cuando él tenía 40 años, Viola recuerda cómo ver una pintura de una Virgen llorando del pintor flamenco del siglo XV Dieric Bouts "abrió una nueva dimensión de dolor" y con ella una nueva apreciación por las obras de los Maestros Antiguos. Desde entonces, se ha deleitado en ser "el heredero de una larga tradición de arte afectivo", como dice el curador Martin Clayton, que se remonta al realismo emocional del artista del Renacimiento temprano Giotto. Esa tradición también incluye a Miguel Ángel, cuyas obras en papel cautivaron a Viola cuando las vio en la Colección Real del Castillo de Windsor en 2006. Clayton, quien le mostró a Viola una selección de los dibujos del maestro del Renacimiento, notó que "había muchos puntos en común entre los temas recorriendo las obras de Bill y las preocupaciones subyacentes que preocupaban a Miguel Ángel".
El arte de Viola está lleno de tierra, viento, fuego y agua: los cuatro elementos que los antiguos griegos creían que formaban todo lo demás conocido por la humanidad. El curador Martin Clayton ha sugerido que trabajar con lo que algunos creían que eran los componentes más básicos del universo es una forma de que el artista "cree un análogo físico de lo espiritual... la manifestación de lo divino en lo material". Viola dice que también está interesado en las posibilidades físicas de estos elementos, particularmente el fuego y el agua, "sus aspectos destructivos... sus capacidades catárticas, purificadoras, transformadoras y regenerativas". En su obra Fire Woman de 2005, muestra un muro imponente de lo que el artista llama "llamas de pasión y fiebre" que parece rugir detrás de la silueta de una mujer hasta que se derrumba en su reflejo en un charco de agua. Viola describe el trabajo como "el ojo de la mente de un hombre moribundo cuando se da cuenta de que los deseos del cuerpo nunca más se cumplirán".
Sus videos a menudo se enfocan en un cuerpo singular en un estado extremo particular: nadar, ahogarse, buscar, soñar, flotar, jadear, dar a luz, nacer o morir. Al igual que su contraparte de exhibición Miguel Ángel, Viola está interesada en la relación entre el cuerpo físico y el alma, y cómo los cuerpos expresivos pueden transmitir estados espirituales internos.
Los cuerpos en sus obras pertenecen en su mayoría a artistas intérpretes o ejecutantes, que actúan como sustitutos de todos nosotros, aunque no siempre están actuando. Viola habla con aquellos a los que ha reclutado sobre sus profundas experiencias personales, pero a menudo no da un resumen exacto de lo que sucederá durante el rodaje, por lo que muchos de los primeros planos íntimos que se ven proyectados en sus instalaciones son reacciones genuinamente emocionales y físicas. Weba Garretson, compositora de profesión, ha aparecido colaborado con Viola durante casi una década, y comenta que el agua que caía sobre ella en la pieza The Return (2007) fue como una "purificación" que la ayudó a superar el dolor por la reciente muerte de su madre. Como dice Viola, la intención es que los intérpretes y sus espectadores tengan una experiencia "en tiempo presente".
Texto publicado en "RA", 17 de diciembre de 2018 (Ver nota)
Traducción de Alejandra Romano
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