Las "cosas" que ahora presento, son ellas mismas.
Habitan en este vasto territorio que se encuentra
un paso adelante de donde el lenguaje termina,
un paso previo al nacimiento de la palabra.
Estas "cosas",
permanecen fuera del alcance de la definición,
lejanas a las categorías.
No rechazan ni aceptan interpretaciones.
No rechazan ni aceptan discursos que pudieran evocar.
Se mantienen indiferentes.
Nacen de la coincidencia, la sincronicidad y el destino.
Son hijas de la obediencia, no de la libertad.
Su finalidad,
no está en el futuro.
Su finalidad,
sobrevive en una zona de indiferencia
que se actualiza necesariamente
cada instante.
El mundo del arte, no es su único mundo.
Ellas son ellas mismas
MPK
Galería Arróniz
Junio 2022
'Soy tan astuto que hay veces que no entiendo una sola palabra de lo que estoy diciendo.' Oscar Wilde
Asistimos a una exposición, a una muestra de arte, en un enorme, importante e imponente museo, o en una pequeña galería de arte que respetuosa o tímidamente se confunde con sus vecinos, con su barrio. Y lo hacemos como una costumbre arraigada, parte de ser culto, sensible, entendido, creemos. O como pomposo rito, donde hasta el vestuario, los ropajes, importan. De manera casi mecánica, una visita a la galería, es una actividad más en la lista interminable del día. Nos vemos comprometidos a estar a cierta hora... y puntualmente llegamos. Interrumpimos todos nuestros asuntos, probablemente más importantes y apremiantes que la visita a la muestra, a la que le damos en realidad, unos cuantos minutos entre la celebración del 'rito social', responder y hacer llamadas por teléfono, lectura y respuesta de mensajes, etc. Nuestra atención y nuestra mente está en otro lado. En ocasiones, ni siquiera nos detenemos a leer los breves renglones que el artista, la galería o el museo, han intentado presentarnos a manera de introducción o presentación. Ante semejante desatino de atención a la obra o a la propuesta plástica en cuestión, apostamos como remedio a nuestro acervo cultural, o a nuestro pasado de público desatento y nuestros gustos y preferencias y terminamos nuestra precaria visita juzgando, calificando, adjetivando.
Misión cumplida, asunto concluido.
Zona de Indiferencia se intitula esta propuesta de Mario Palacios, una serie de telas de gran formato desprovistas de un bastidor, adosadas a los muros de la galería con unas diminutas pijas en los bordes superiores, permitiendo que estén libres a los caprichos del viento que circula en los salones del lugar. Están acompañadas por un breve y preocupante texto, escrito por el artista. Alguien podría decir que es una presentación 'austera', 'primitiva', 'básica' (y ya estamos adjetivando...)
Habrá quien también acuse que el artista usó tela poliéster, y no algodón, lino o seda... O que la figuración original no es de su autoría, sin considerar que el artista se encontró con estas placas de acero, las recupero de la basura y el olvido, para obligar al sol a que con infinita paciencia imprimiera estas figuras que hoy contemplamos. Olvidar que un artista recicla todo, que es parte de su oficio, en busca de la renovación de la expresión y el discurso plástico, es como negar que para el escritor son las palabras la materia prima, y que las 'recicla', las vuelve a escribir una y otra vez, al cobijo de las posibilidades del lenguaje y cada vez dice y expresa algo distinto. Cómo el compositor que hace uso de las mismas siete notas y logra expresar las emociones más complejas sin siquiera pronunciar una sola palabra, buscando esa comunión de sonido y silencio, armonías y ritmos. Así el artista plástico hace uso de cuanto tiene frente a sí para conformar y concretar una obra, con sus manos y sus ojos se apropia lúdicamente de las cosas para intentar expresarse.
Tenemos un texto, elaborado minuciosamente por el artista, y que de manera definitiva y abrumadora nos ubica frente a esta propuesta plástica.
El artista escribe:
'Las cosas que ahora presento son ellas mismas'
Y continua:'Habitan en este vasto territorio que se encuentra un paso adelante de donde termina el lenguaje, un paso previo al nacimiento de la palabra.'
Y es entonces que me detengo a pensar que esta propuesta en unos cuantos renglones me ha conflictuado irremediablemente frente a la pésima costumbre de juzgar, adjetivar, calificar, interpretar, etc. cualquier propuesta artística. Es como un vicio intelectual que todo lo acepta con condiciones. Un sí pero,... no.
Estoy cierto que estas 'cosas' que se nos presentan están esencialmente ligadas al texto y que se ilustran y refieren entre sí de manera constante e ineludible.
El poeta norteamericano William Carlos Williams escribió un austero verso a principios del siglo 20 (1926) en un poema intitulado Paterson que impactaría profundamente a la literatura, a la plástica, al arte moderno en general, hasta nuestros días:
'— Say it, Not ideas but in things —
'
( — Dilo, no hay ideas sino en las cosas — )
Williams apuntaba.
Escasas precisas palabras con un ritmo propio, del lenguaje cotidiano, no gracias a la métrica estéril de la academia. El significado de una palabra es a menudo, solo su uso
concluía Wittgenstein, al final de su vida.
Quizás, el texto es una invitación a afirmar, es una provocación a abandonar esa mala costumbre de considerarlo todo por su apariencia, porque las cosas existen en una 'Zona de Indiferencia' sin tener que estar nombradas, definidas, permanecen alejadas de las categorías, están ajenas a las interpretaciones.
Escuché incesantes las mismas preguntas hechas por el público y que atienden a esa petición del artista. Qué son estas 'cosas', cómo se originan, cómo se constituyen, etc. Preguntas que atañen a lo que son estas cosas... Sin más, parecería que el público atento aceptó el deseo del artista y asumió que estas 'cosas' de las que sólo se puede hablar en el presente, son ellas mismas y no se agotan en el mundo del arte...
La afirmación categórica de Mario Palacios:
'Las cosas que ahora presento son ellas mismas'
Subraya un asunto puntual en la apreciación del arte, y en particular del arte plástico, asunto que pensaríamos ya resuelto y que sin embargo resurge incesante una y otra vez. El arte moderno, el arte contemporáneo no refiere a una historia, una narrativa, no se parece a nada, no alude a nadie, no le interesa representar la realidad, o figurarla. Le ha cedido semejante y pretensiosa empresa a la fotografía, maquina perfecta para dibujar, con su ojo de cíclope y su perspectiva anquilosada y respetuosa de la representación académica, clásica y convencional, y con ella una representación
sesgada y unidimensional del mundo. Que la fotografía se devore al mundo, atrapada en el mito de Sísifo, el 'momento decisivo' se repite hasta la eternidad.
La pintura de hoy no cuenta historias, ni comenta momentos. Para eso está la escritura y la fotografía. Descripción del mundo, ambigua y minuciosa. Sugerencias complicadísimas, síntomas de una supuesta erudición. El Arte, la pintura en particular, está ocupado, dedicado a resolver y proponer plásticamente en su espacio finito, delimitado por el alto y ancho del lienzo. Mark Rothko afirmaba: 'El tema de la pintura es ella misma'. Absorto en los materiales, en las técnicas, en el color.
Y de nuevo:
'Las cosas que ahora presento son ellas mismas'
Para apreciar el arte no se necesita ni ser culto ni inteligente, se necesita estar atento. Ver lo que mis ojos ven, sin mis prejuicios; escuchar lo que mis oídos oyen... Ellos, mis ojos y mis oídos, son inteligentes, pacientes, tienen una memoria prodigiosa. Sin saberlo se acuerdan de todo cuanto han visto y escuchado, a veces pareciera que han olvidado, pero somos nosotros los que olvidamos, y es que nuestro intelecto acosado y acotado por nuestros juicios sumarios, nuestros gustos y preferencias, nuestro 'nivel intelectual' y muchas veces nuestra erudición que no es más que una suma nebulosa de prejuicios morales e intelectuales cuya predilección parece ser la interpretación a modo. El acomodo en unos cuantos cajones de valores que con gran agilidad y habilidad están prestos y obedientes para 'ordenar' nuestra percepción. Me pregunto cuánto hemos dejado atrás en realidad ese teatro de sombras del que hablaba Platón en su 'alegoría de la caverna' y que Susan Sontag comenta brillante en nuestro pasado reciente.
Mario, incisivo propone que nos situemos más allá de las palabras y que nos detengamos antes de decir nada, no definamos, no atribuyamos categorías, no interpretemos, no elaboremos discursos. Aceptemos de una buena vez, que el arte se encuentra en esta Zona de Indiferencia en que la obra, es así, indiferente, fría, y no se agota en nuestra apreciación.
Y si por un momento, si fuera posible? nos enfrentáramos conscientes y atentos ante la obra, obligando a nuestros prejuicios a hacerse a un lado.
Desde el ingenuo – infantil – me gusta no me gusta, paradigma y quimera de las redes sociales, argumento y arma de venta de 'influencers'; hasta ese gusto adquirido por la 'Gran Obra', la importante, la trascendental, la del salón de las vanidades. La que sólo se puede mirar y admirar si 'poseemos' una enorme cultura y un educado y refinado 'buen gusto'... y nuestro conocimiento de la historia y de la historia del arte del cual se espera y se exige que se remonte muchos, muchos siglos atrás.
Creemos que nuestra apreciación importa... No, no importa, no agrega nada, estas 'cosas' están en una Zona de Indiferencia. 'El mundo del arte no es su único mundo. Ellas son ellas mismas.' Concluye el artista.
Siento que Mario nos invita a hablar y decir a partir de lo que él nos presenta, de lo que nos propone plásticamente, que estas cosas provoquen sus propios significados y matices, su propio lenguaje, que sean estas 'cosas' su propia realidad, que no les adjudiquemos lo que les es ajeno. No necesitan que las adornemos o disfracemos con interpretaciones y conceptos extraños. Que lúdicamente les permitamos expresarse en nuestras palabras simples o sofisticadas, lo que son, lo que pudieran ser o evocar, que simplemente les permitamos parecerse a lo que se parecen, figurativa y/o formalmente. Se nos promete que así, estas 'cosas' serán necesariamente actuales, presentes, vigentes.
Indudable que el texto de Mario se debe a muchas, muchas horas de contemplación y meditación, cada palabra, cada renglón, cada párrafo ocupa un lugar preciso de manera obediente y definitiva. Con una economía de palabras, el artista nos pide que no adjetivemos, pues eso define y limita.
Y al concluir la lectura, surge una pregunta: es una invitación, una aclaración, una advertencia, una instrucción, camino guía indicio noción preámbulo? ... Qué?
Alfonso Merchand. México,
mayo 2022
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