En pasados días se inauguró un nuevo museo dedicado a uno de los alimentos fundamentales de la cultura mexicana, el maíz. El Cencalli: casa del maíz y la cultura alimentaria, se divide en ocho salas diferentes que abarcan desde el origen del maíz, la milpa, la nixtamalización, la cocina del maíz, el maíz alrededor del mundo, los dilemas y retos actuales, el valor simbólico y las expresiones culturales y artísticas del maíz. Esta última sala, contó con el apoyo de dos grandes del arte en México: Luis Rius Caso y Jorge Ismael Rodríguez. La propuesta museográfica del Cencalli fue hecha por Juan Manuel Garibay y su equipo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia. El proyecto también contó con la asesoría de reconocidos especialistas como la museógrafa Isabel Stivalet, asesores culinarios como el chef Ricardo Muñoz Zurita o académicos como el Dr. Luis Zambrano de la UNAM.
La colección del museo tiene destacadas obras como "Mazorcas (Cien mil granos de maíz contra los transgénicos)" de Javier del Cueto, "Notlallo" de Elizabeth Ross, "Casa Elote" de Damián Ortega y siete obras de Francisco Toledo. Además, una gran colección de fotografías de Rafael Doniz, David Lauer, Carlos Hahn, Agustín Estrada, Ignacio Urquiza, Fabiola Flores y Michael Calderwood, entre muchos otros. Igualmente, una colección de arte popular como "El ecuaro" de bordadoras purépechas de Tzintzuntzan (Michoacán) o el "Huerto de traspatio maya" de la comunidad de Xocén (Yucatán).
(Fuente: https://julioastillero.com)
Dice una leyenda que, antes de la llegada de Quetzalcóatl, la gran Serpiente Emplumada, los aztecas se alimentaban solo de raíces y de aquellos animales que lograban cazar, pero no comían maíz porque esta sagrada planta estaba escondida detrás de enormes montañas.
Los antiguos dioses habían intentado, tiempo atrás, cruzar estas altas montañas utilizando su fuerza, pero no lo consiguieron, así que los aztecas pidieron ayuda al dios Quezalcóatl.
Quezalcóatl decidió no emplear la fuerza, sino la inteligencia, y se transformó en una hormiga negra. Se dirigió a las montañas acompañado de una hormiga roja, dispuesto a conseguir el maíz para su pueblo.
Tras mucho esfuerzo y sin perder el ánimo, Quezalcóatl y su acompañante subieron las montañas y cuando llegaron a su destino, el dios cogió entre sus mandíbulas un grano maduro de maíz e inició el arduo regreso, la hormiga roja lo siguió, haciendo lo mismo. Entregaron los dos granos a los aztecas que plantaron la semilla, y desde entonces, tuvieron maíz para alimentarse.
Los Aztecas, desde entonces, fueron fieles al dios Quetzalcóatl, al que jamás dejaron de adorar por haberles ayudado cuando más lo necesitaban.
Entonces... ¿qué te pareció?
Comenta, sugiere, disiente... nos gustará mucho escuchar tu opinión.
Contacto