Almacén del rencor

Rodolfo Océano

Octubre, 2021

1.  Aborrecimiento

Su aborrecimiento era una casa que siendo muy hermosa, nunca fue impermeabilizada, y se llenó de goteras y de humedades, hasta que fue imposible el habitarla.

 

2.  Absurdo

Fabricó un laberinto en su corazón, atestado de escaleras, trampas, puertas que no abrían, ventanas cerradas con ladrillos y cemento, pasillos que no llevaban a ninguna parte.

 

3.  Animadversión

Cuando se veían se había quedado abierta la perilla del horno y el gas se había estado escapando, encendían un cerillo y la explosión siempre les dejaba chamuscada el alma.

 

4.  Antipatía

Uno de ellos era los hot cakes y el otro una salsa mexicana con mucho chile.  Nunca lograron una combinación apetitosa.

 

5.  Arte

A partir de cuando le dijo que era una artista mediocre, ella fue juntando por años, en una caja, todas las leperadas y todos los adjetivos negativos que se encontraba, hasta que aquella pesaba tanto que en la cara le veías lo que le costaba cargarla.

 

6.  Comprensión

Comprendió tanto a su madre como San Miguel entendía al diablo.

 

7.  Crimen

Habían pasado treinta años y seguía cubriéndole el cuerpo de heridas mortales, todos los días, al estarse bañando, en el auto camino de su trabajo, a media mañana o a media tarde, caminando por la calle, cenando en un restaurante.  Diariamente hacía correr litros y litros de sangre.

 

8.  Desprecio

Tenía una memoria extraordinaria.  Mantenía en su cerebro una carpeta con todo lo que él le había hecho a través de los años, semejante a la de esos expedientes que se encuentran en los juzgados y que se refieren a un hombre que murió sin testamento, que vivió disolutamente con varias mujeres con las cuales nunca se casó, que tuvo docenas de hijos y de nietos, y que tenía tanto dinero y tantas propiedades que a la hora de su muerte le aparecieron docenas de deudos más, que sólo sabe Dios de dónde salieron.

 

9.  Dolor

Con dos bueyes jalando el arado lentamente, el dolor fue arando su cara, y la hermosa reina de las flores se convirtió en esa mujer.

 

10.  Duelo

Abrían los estuches, tomaban las pistolas, contaban veinte pasos y disparaban.  Caía uno herido.  O los dos.  Pero pronto estaban listos para el siguiente duelo.

 

11. Enemigo

Vivían enfrente, en el mismo piso, puerta con puerta.   Él llevaba siempre un silbato de cartero.  Cada vez que llegaba a su casa, sin importar la hora, soplaba intensamente.
A las diez de la mañana, a las seis de la tarde, a las tres de la mañana.

 

12. Estupidez

Dos verduleras del mercado.  Toda la basura la echaban al pasillo para perjudicarse una a otra.  Compartieron siempre el mismo pasillo.

 

13. Fobia

Hace años, todavía en muchos lugares te encontrabas unos recipientes de latón o incluso de bronce, en donde los caballeros, después de ciertos sonidos guturales, depositaban sus excreciones nasales.  Cuando lo veía sentía que se estaba tragando el contenido de uno de estos cacharros.

 

14. Guerra

Dentro de casa estaban siempre uniformados, con cartucheras, granadas, un puñal, casco y el más moderno fusil.  Continuamente alertas.  Utilizaban la guerra de guerrillas, el camuflaje y el sabotaje.  Sus hijos vivían corriendo continuamente a esconderse en el refugio subterráneo.

 

15. Hermano

Como postre escaso, su madre no les alcanzaba.  Siempre le tocaba más al otro.  Siempre se quedaba uno de ellos con el trozo de pastel que no tenía una fresa.

 

16. Inquina

Habiendo pertenecido al mismo partido y siendo grandes amigos, cuando aquel se pasó al partido de la oposición se dieron de gritos.  A partir de entonces ellos se convirtieron en dos vecinas que cuando pasan una junto a la otra no se ven, ni se hablan y que únicamente una vez al año, por quítame estas pajas, se dicen vieja pendeja.

 

17. Locura

Él y ella salen ya tarde a trabajar.  A eso de las 9 de la noche.  Recogen papeles viejos y los van echando en su costal: periódicos, empaques, cajas rotas, bolsas.  En vez de presentarse cada mañana en el depósito para venderlos, los van almacenando en su casa y van llenando, una tras otra, todas las habitaciones.  Un día ya no caben en ella y uno de ellos tiene que largarse.

 

18. Lucha

Se pasaron la vida en el palenque, gallo contra gallo, hasta que un día uno de ellos llegó con navaja en la pata y mandó al otro al cementerio y se mandó a sí mismo a presidio.

 

19. Malevolencia

Sí, como gatos y perros.  Ella pasando tranquilamente sobre la cerca, deteniéndose, volteando a verlo, dando un pasito, retrocediendo y volviendo a avanzar.  Él quedándose ronco de tanto ladrar, queriendo caminar verticalmente sobre el muro, temblando de coraje, corriendo a un lado y otro del jardín.

 

20. Muerte

El hecho sucedió cuando él había cumplido diecisiete años.  Cuando tenía nueve, ella los abandonó, dejándolos al cuidado de su padre.  Durante todo ese tiempo él hizo en su mente un nido y lo llenó de víboras, que crecieron y se reprodujeron.  Víboras venenosas.  Luego, cuando se vio frente a su madre, las juntó y se las aventó en dos palabras: ¡te odio! y se pegó un tiro en la sien frente a ella.

 

21. Mujer

Era museógrafa.  En una sala conservaba embalsamados los rencores del noviazgo.  En otra, exhibidos en vitrinas sin polvo, los del día de la boda.  En otra más grande, sobre soportes especiales y bien alumbrados, estaban los del primer embarazo.  Los rencores de los embarazos siguientes tenían también salas especiales, con letreros claramente escritos e inolvidables.  Había un segundo piso y un tercero y muchos, muchos más.  Podías encontrar la sala de lo que tú haces y yo no.  La de lo que tú tienes y yo no.  La del dinero.  La  de la semana pasada.  La de ayer y la de hace cinco minutos.

 

22. Ojeriza

Para él ella era la persona número trece sentada a la mesa.  Aunque estuvieran merendando ellos dos solos.

 

23. Olvido

Pensaba que era tonta.  Todos los días bañaba en el río sus rencores, que se iban con la corriente, dejándole limpia la sonrisa de la cara.  Cuando la recriminaban sus parientes por todo lo que su marido le había hecho, no tenía qué contestar.

 

24. Pasión

Fue un avaro acumulando rencor.  Nunca soltaba una monedita, ni aun pequeñita y de cobre.  Lo guardaba bajo los colchones y en cajas fuertes.  Lo contaba y repasaba.  Tenía todo anotado en libretas y papeles.  Se lo quiso heredar a su hija.  Su hija lo despilfarró de inmediato, no teniendo ninguna reverencia por los trabajos de su padre.

 

25. Pena

Tenía una vaca que en vez de producir leche producía rencor.  La ordeñaba dos veces al día: al amanecer, antes de salir el sol, y por la tarde.  Llenaba cuatro cubetas y se las presentaba en una jarra a su jefe en la oficina, que bebía condescendientemente.  Un día, el jefe, apenado, decidió acabar con el rencor.  La puso de patitas en la calle arrastrando a la vaca muerta.

 

26. Perdón

Dios se bañaba en la playa.  El sol calentaba.  En el cielo azul no se veían nubes.  Él leía bajo una palmera y al ver a Dios dejó su periódico a un lado y corrió hacia el mar.
   _¿Para qué me trajiste a este mundo?
   _Para que vivieras como uno de mis ángeles.
   _Vivo como perro sarnoso, por eso siempre te he tenido rencor.
   _Eso nunca lo pretendí yo.  Anda, ven a darte un chapuzón.

 

27. Precaución

Esa noche prendió su computadora y marcó con el ratón el portatarjetas.  Abrió el archivo "pareja.crd" y empezó a llenar la tarjeta número 37,438.  "Tampoco hoy me hizo caricias y sólo se la pasó hablando del presupuesto de ventas de su empresa y de lo mala que está su mamá.  Se quejó al mediodía de los bistecs empanizados y del arroz con leche".  Temía perder la información, así que una vez que hubo llenado la tarjeta sacó dos copias de todo el archivo.  Una la guardó en su closet y otra en una cajita en el librero.  Además existía el original en el disco duro.
Quería tener cuidado de no perder ningún detalle de por qué le tenía tanto rencor.

 

28. Rabia

Había una epidemia de hidrofobia.  El pueblo se iba llenando de perros rabiosos y cada vez que había uno nuevo, iba y se juntaba con los demás perros rabiosos.  Había ya una manada de cerca de ciento cincuenta que circulaban por las calles mordiendo a los transeúntes y en el centro de salud no se daban abasto aplicando vacunas a las personas que mordían.  Hubo un momento en que ya todos los perros sufrían del mal y ladraban como locos, mordiéndose entre ellos. 
Sorbió ella su café y pensó en las historias que se le ocurrían.  También pensó que ya estaba harta de su marido.

 

29. Recuerdo

Su vida con ella había sido un viaje por Turquía, en un camión de cuarta, con ciudadanos que toman el baño con el cambio de las estaciones del año y que no controlan el alivio de los gases estomacales, sin entender ni una palabra del idioma hablado, la cara y los brazos cubiertos de moscas pegajosas, deteniéndose en parajes extraños y con un sentimiento de peligro inminente todo el tiempo, pero con incidentes sobradamente peculiares.  Como para no olvidar el más mínimo detalle.

 

30. Resentimiento

El resentimiento que le tenía a ese hombre era la planta de frijoles de Juanito, que subía al cielo, cruzaba las nubes, pero iba aún más allá, hasta la más lejana galaxia.

 

31. Rumiar

No venía el ronroneo del gato.  Era el proveniente del estar rumiando la comida, volviéndola a la boca, masticándola otra vez, volviéndola a la boca nuevamente para volverla a masticar.  No había vacas ni camellos cerca.  Era la pequeña adolescente recordando todo lo que le hacía el desgraciado de su novio.

 

32. Saña

Acompañaba a su mamá al mercado.  Veía cómo el carnicero cortaba un pedazo de pierna de cerdo, le quitaba el pellejo, lo deshuesaba, lo cortaba en trocitos y después lo echaba, sin consideración, en una bolsa de plástico.  Eso quisiera él hacer con su novia.  Sólo la aguantaba porque era buena para coger.

 

33. Sufrimiento

Era una hoja de papel.  Ya no servía.  En vez de hacerla bola y tirarla al basurero, la agarraban así, enterita, y la metían por el triturador de papeles, quedando toda ella convertida en una serie de tiritas arrugadas e inservibles. 

 

34. Tirria

Cuando se cruzaba con ella en el malecón de Veracruz le ponía la misma cara que puso la vez que estaban tomando un cóctel en el Café de la Parroquia y le dieron a ella,  por primera vez en su vida, a probar un ostión.

 

35. Tolerancia

El puente aguantaba al elefantito.  El pequeño era la mascota del Zoológico de Zacango y era sumamente gracioso.  Hacía reír a los visitantes y a los mismos cuidadores.  A veces se escapaba y salía corriendo a tumbar la basura, dejándola toda regada.  En otras ocasiones se iba hacia el tejabán en donde se guardaba su comida y para ello tenía que cruzar el puentecito.  El elefantito fue creciendo y el puente rechinaba al cruzarlo, pero resistía.  Cuando creció más, el puente se doblaba, hasta que un día se quebró y el elefante tuvo que ser llevado a la enfermería. 

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